AÑO DE FE
AÑO DE FE
Todo
“buen” edificio tiene cimientos que no se ven, pero están. Su trabajo es
sostener el edificio, su
conjunto. Y cuando más profundos sean sus cimientos, mejor, porque hay menos
posibilidades de que un día se venga abajo.
Así es nuestra fe, es parte de nuestros cimientos
cristianos junto con la Esperanza y el Amor. La fe no se
compra ni se vende, simplemente se
¡Vive!
Es el termómetro que mide cómo
vivo mi vida y lo que me pasa. No es lo mismo vivir la enfermedad, el paro, los
problemas familiares, la muerte de un ser querido, etc. desde la fe, a vivirlo
sin ella. Y esto no quiere decir que mi enfermedad se me va a curar o que ya no
voy a tener dolor, no, yo seguiré con mis medicinas, seguiré buscando trabajo,
mis problemas quizá no cambien mucho, pero la fe me dice que hay otra manera de
vivir estas situaciones y afrontarlas sin perder la paz.
La fe es un don muy grande que Dios, en su
infinito amor, nos ha querido dar, y para que se fortalezca y crezca, hay que
invertir tiempo en ella; cultivarla y alimentarla por medio de
la Oración y los Sacramentos, así se manifestará en mi vida y en mis
obras. También a través de la Confianza en la Providencia divina, de la Esperanza
que nos mantiene activos, trabajando por “Algo y por Alguien” mejor. Podemos correr
el peligro de dar por “supuesta” nuestra fe, y no tenerla o haberla extraviado…
Es verdad que en los momentos duros y
difíciles, cuando nos visita la prueba, es cuando nos damos cuenta si en verdad
tenemos fe y cómo la tenemos. La fe no se toca, pero es ella la que acaricia tu
vida y la trasforma dándole Luz a tus oscuridades, alegría a tus tristezas,
fortaleza en la lucha, confianza en tus miedos y desconfianzas….
La fe también me lleva a preocuparme para
ocuparme del que me necesita. Quizá no pueda solucionar sus problemas y
necesidades, pero hay otra manera de ayudar: la oración por él o por ella,
quererlos como son, escucharles, dejar que abran su corazón. Si abrimos los
ojos, nos daremos cuenta, que durante el día, hay muchas ocasiones para vivir y
compartir nuestra fe. Porque cuando más
se comparte más crece. Si, para que otros crean que Él es el Hijo de Dios.
Si las oportunidades no vienen,
que lo dudo, hay que buscarlas, no podemos quedarnos parados, inmóviles, porque
el agua que no corre se pudre…
La fe no es exclusivamente de los curas ni de
las monjas, es de todos los bautizados, de todo cristiano. Todos tenemos la
misma tarea, quiera Dios que nunca nos creamos que ya la hemos terminado.
La fe es un continuo movimiento
entre Dios y nosotros, de nosotros a nuestros hermanos, para volver otra vez a
Dios.
Dios siempre creerá más en nosotros que
nosotros en El.
La fe te lleva a mirar más allá de lo que se
ve, a esperar contra toda esperanza.
Sor Verónica Padrón
Oviedo, o.s.c.
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