EXPERIENCIA VOCACIONAL
EXPERIENCIA VOCACIONAL DE UNA JOVEN FRANCESA
Queridos
hermano/as, conocido/as o en por venir, os deseo mucha paz y mucho bien.
Habéis
pasado el umbral del blog de las Clarisas en búsqueda de esta paz. El Señor me
hizo la gracia de pasar el umbral del convento de Belalcázar para vivir unos
felices e intensos días con las hermanas.
La
gente suele preguntarse por lo que hay adentro, por cómo se vive adentro y por
la utilidad de esta vida dentro de las paredes.
Resultó
que hacía mucho tiempo que yo también tenía estas preguntas sin respuestas y
que me apetecía experimentar la vida desde dentro. Como tengo esta inquietud como soléis decir en España por
contestar a la llamada del Señor a entregarle mi vida, había ido en diferentes
congregaciones pero de vida activa. Pero no lograba lanzarme porque me faltaba
ver la vida contemplativa dentro de las paredes.
Cada vez que iba en un monasterio, me interrogaban las sonrisas y la paz
interior de los monjes o monjas: ¿qué será el secreto?
"Ven
y verás"
No
sabía bien lo que pensaba descubrir adentro y por eso me decidí en aceptar la
propuesta de Hna Isabel con quien me había puesto de nuevo en contacto desde
Francia. Ella me propuso lo que esperaba: pasar unos días para compartir su
vida.
La paz
no es visible ni sensible a primera vista: SE VIVE Y SE COMPARTE. Al pasar el
umbral de la clausura, la paz ya estaba bien viva: "mi paz os dejo, mi paz
os doy" nos dice Jesús. ¿No fue esta el saludo de Francisco, su bandera
misionera que le llevó al encuentro del hermano? "Cuando entráis en una
casa, saludad diciendo: La paz del Señor esté contigo".
Las
Clarisas lo dicen por sus bocas que sonríen. Una sonrisa vale más que palabras
porque te acoge totalmente. La alegría que viven y comparten entre sí es parte
de su hábito. Pueden, como cualquier ser humano, luchar, dudar, sufrir, pero la
alegría profunda que brota del corazón, muestra que el amor de su Esposo
sobrepasa las rejas o barreras humanas que hoy podría describir como símbolo de
varios límites. El primer límite de las rejas o paredes es medio para vivir el
Evangelio y mirar buscando las cosas del Cielo, viviendo sus primicias
regaladas cada día. Y el segundo límite sería más humano como símbolo de las
barreras interiores y secretas que impiden inconscientemente abandonarse
plenamente en los brazos del Amado.
Son
peregrinas de la fe, peregrinas de la vida interior, peregrinas en el camino
del Amor. Para los que piensan que orar consiste solamente en sentarse, quietos
y sin moverse, olvidáis que es el medio justamente para viajar a un paisaje
interior sin fin, sin límite, sin reja, sin pared. La vida contemplativa ofrece
esta gracia de viajar a lo más hondo de nuestro ser para encontrar a quien está
habitando en nuestro corazón, en donde Dios establece su morada.
Y
cuando no oran en la capilla, siguen la oración trabajando para los demás. Cada
una tiene su papel cada semana y cada papel es misión humilde y necesaria para
dar cariño a las hermanas: un ramo de flor, la loza, la cocina, la lavandería,
la huerta, … Cosas y detalles muy ordinarios, como madres discretas que cuidan
del bienestar de sus hijos mediante el arreglo de la casa.
¿Qué
será una hermana pobre sino una mujer que sabe que su única riqueza le viene de
Dios, "creador de todo bien", creador de su propia vida? 800 años
después, la paz, la alegría, la esperanza y el amor que llevan adentro y llevan
a los demás repiten la frase de Clara: "Gracias Señor porque me has
creado".
En mi
propio camino con el Señor, invitada por medio de "piedrecitas"
franciscanas que he recogido desde que
todo empezó de nuevo para mí, me faltaba algo para entender quién era
Francisco: me faltaba encontrar a Clara. Hoy, no les puedo disociar porque
adentro, las Damas Pobres viven una maternidad misteriosa y silenciosa que
permite a los demás tener una vida fecunda y desplegar las alas del Evangelio.
En la
película "Clara y Francisco", Clara pregunta a su prima cómo supo
ella que había encontrado el amor y cómo sabía que era esto el amor, y ella le
contestó: "cuando vi a mi hija hacer su primer paso: era el primer paso
que la alejaría de mí". Como María, se despojan totalmente diciendo: "hágase
tu voluntad".
Hoy,
después de estos 10 días con las Clarisas, sigo interrogándome por la fuerza de
la llamada que ellas tuvieron y siguen
estando invitadas a contestar cada día, en esta vida secreta que no hace ruido
pero que irradia al mundo, sin ruido, gracias al amor que depositan para la
humanidad en el corazón de su Esposo.
Tal vez
nosotros pedimos demasiado signos visibles a Dios para que nos dé prueba de su
presencia en este mundo que ciertos día nos da pena, mientras que ellas, en
silencio, acogen este amor que no hace ruido, que no es visible pero que
irradia el mundo tras pequeños actos cotidianos, tan humildes y presentes que
ya no nos damos cuenta que hacen parte de nuestra vida. Tal vez están llamadas
en esta vida humilde para recordarnos que el amor se hace vivo y presente en
las cosas sencillas del día a día, rodeados por nuestros hijos, padres,
esposos, amigos, vecinos, colegas de trabajo, desconocidos de la calle, para
decirnos que el amor no se manifiesta en cosas grandes y pomposas sino en los
ademanes naturales que hacemos poniendo todo nuestro cariño.
Y es
posible también que las rejas y paredes de los conventos nos chocan porque
mirando los suyos, olvidamos mirar nuestras construcciones humanas, físicas e
interiores, que nos separan de Dios que nos espera para que acojamos su amor
entero.
Sí,
dentro de estas paredes he encontrado la paz y el verdadero amor fraterno, y la
posibilidad que tenemos, estemos donde estemos en el mundo, de construir un
mundo sin barreras que nos lleva al encuentro del hermano, ser único, de
establecer juntos verdaderas relaciones humanas basándonos en nuestra única y
común riqueza: el amor que Dios nos ha dado en herencia para que lo cultivemos,
juntos, y comamos sus frutos, juntos.
Marie Catherine
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