IV Domingo de Adviento

IV Domingo de Adviento

Dios ha tomado la decisión última de estar con nosotros para siempre.

El sí de Dios se une al sí de María, la firmeza a nuestra fragilidad. “Para Dios nada hay imposible”. Somos frágiles, pequeños, aunque nos cueste reconocerlo, lo estamos viendo en esta pandemia, necesitamos de los otros, necesitamos de Dios, aunque nos cueste reconocerlo.

Tenemos miedo, por nuestra fragilidad, antes creíamos que todo lo podíamos, pero ahora nos damos cuenta que solos no podemos nada,  estamos viendo como necesitamos de cariño, de cercanía, de un abrazo, si de un abrazo al cual quizás antes no le dábamos importancia.

Necesitamos miradas nuevas, miradas de compasión y misericordia, miradas de pendón, necesitamos una mirada nueva.

En este IV Domingo de adviento el evangelio nos presenta el sí de María, una mujer, de un pueblo muy pequeño, ella se turba, no entiende, pregunta ante aquel anuncio, pero María se abandona, cree.

Somos frágiles, somos necesitamos, necesitamos confiar, y que mejor que confiar en Dios, todas las confianzas humanas se derrumban, lo estamos viendo, unos días nos dicen una cosa y otro día otra, pero Dios no, el cumple sus promesas, confiemos en Dios, acojámonos a  María, mujer de fe y confianza, mujer que supo consentir durante toda su vida.

Santa María de la Esperanza, ruega por nosotros.                                                     E.L.C.