Domingo, 23 de octubre de 2022

       

La vida se juega en el corazón, ¿con que actitud hago las cosas? Podemos estar haciendo las cosas muy bien, como el fariseo en el evangelio de este domingo, incluso podemos decirle a Dios: ¡no soy como los demás porque hago tantas cosas por ti! y encima te doy gracias porque no soy como los demás, ladrones, injustos…

Este fariseo es cumplidor, muy cumplidor, pero raquítico, porque solo se mira a sí mismo, es autosuficiente, ni siquiera necesita a Dios, ni su perdón, ni su misericordia.

El publicano que nos presenta el evangelio, no era bien visto en aquella sociedad, era recaudador de impuestos, sin embargo, este se humillo ante Dios, se confesó pecador, necesitado de la misericordia de Dios.

¿Nosotros necesitamos de Dios, o somos autosuficientes?, Dios como dice la 1ª lectura, escucha la oración del humilde.

Escuchemos nuestro corazón, no pensemos que somos mejores que nadie, porque esa no es la realidad, nos estamos engañando, todos somos personas necesitadas, tarde o temprano eso se manifestara en nuestra vida, por eso desde ahora trabajemos por educar nuestro corazón, todo nuestro ser, intentemos ser humildes y abandonarnos en el Señor.

Paz y bien

Primera lectura 

Lectura del libro del Eclesiástico (35,12-14.16-18):

EL Señor es juez,
y para él no cuenta el prestigio de las personas.
Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre,
sino que escucha la oración del oprimido.
No desdeña la súplica del huérfano,
ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento.
Quien sirve de buena gana, es bien aceptado,
y su plegaria sube hasta las nubes.
La oración del humilde atraviesa las nubes,
y no se detiene hasta que alcanza su destino.
No desiste hasta que el Altísimo lo atiende,
juzga a los justos y les hace justicia.
El Señor no tardará.

Salmo

Sal 33,2-3.17-18.19.23

R/.
El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó

V/. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren R/.

V/. El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

V/. El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/. 
 
Segunda lectura  
 
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.16-18):

Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.
He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta!
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
 
Evangelio 
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».